Tributo al dandy villanovés
Siempre hay un buen momento para recordar la figura de este dandy vilanovés -optaba por el "duelo" para arreglar los problemas antes que acudir a la legislación y a la justicia, que consideraba "para mujeres y cobardes"- y rescatar la magnanimidad de sus obras. La temprana fecha de su pasamiento hace que el homenaje ante su tumba civil sea el primero de ellos. Una ofrenda que marca el arranque a un año jalonado por el tributo que Galicia le ha empezado ya a rendir y que ha desgranado Roberto Varela, haciendo especial hincapié en el papel que jugará en él la Cidade da Cultura de Santiago dentro del ciclo Ceo das letras.
Al margen, destaca el rodaje de un documental bajo la dirección de José Luis García Sánchez o dos nuevas publicaciones de la revista Cuadrante, impulsada por la asociación vilanovesa Amigos de Valle-Inclán, que recupera dieciséis entrevistas "olvidadas" y "desconocidas" sobre el autor prologadas por su nieto y que permiten dibujar su personalidad e ideología sepultada "bajo anécdotas", muchas de ellas "inventadas" y "fomentadas" por el propio Valle.
Tiene el honor de ser el segundo tras Cervantes en la clasificación de escritores mancos. Una pelea en 1899 en un café madrileño terminó con la amputación de su brazo izquierdo. Pero para muchos, Valle podría ser perfectamente también el segundo en las letras españolas, o al menos, como apuntó
Torrente-Ballester en 1986, "el mejor escritor español del siglo XX".
Sus obras permiten recordarle durante los doce meses del año. Porque tenemos al marqués de Bradomín en
Sonatas de todas las estaciones, aunque tocaría empezar la seducción, como este Don Juan valleinclanesco por la última de ellas, la de invierno.
De Luces de Bohemia a El ruedo ibérico
Tampoco la crisis quedaría muy lejos del satírico
El ruedo ibérico, la burla inacabada del reinado de Isabel II, una muestra de la visión crítica y de la particular posición ideológica que Valle-Inclán adquirió en Madrid en los años 20. Conjugó su inicial apoyo al carlismo con la fundación de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, la creación de la Alianza Republicana o su formación en el Partido Radical de Lerroux. Una mezcla heterodoxa que converge en su admiración por los líderes fuertes.
Y qué decir de la compleja
Tirano Banderas, que narra la caída de un dictador sudamericano, igualmente aplicable 84 años después.
Todas ellas conforman parte del bagaje prosaico del escritor gallego, hijo pródigo de la Generación del 98 con la que coincidió en tiempo y cuya pertenencia es fruto de debate. Pero su figura dramaturga debe primar en todo recuerdo. El esperpento y Max Estrella a Valle-Inclán se los debemos, porque más allá del género literario en sí, la realidad que nos mueve hoy sigue estando oculta tras la imagen que percibimos.
Luces de Bohemia retrató con crítica acidez aquel Madrid absurdo y desdichado, capital de una España decadente. Una realidad deformada que hoy todavía recuerdan los espejos del madrileño Callejón del Gato en ese juego cóncavo y convexo, para que uno nunca deje de distorsionar la realidad que le rodea.
Unión con Galicia
Ramón José Valle Peña, su nombre original, no publicaba en gallego, hecho que algunos colectivos parecen tener en cuenta a la hora de no honrarle. Tampoco estuvo unido con el hecho galleguista de los Castelao, Bóveda u Otero Pedrayo, pero negar la unión de Valle con Galicia es negar que esta esquina de Europa tiene el honor de ser la cuna de uno de los escritores más grandes de las letras hispanas.
El recientemente finado
Francisco Fernández del Riego, precisamente de la misma corriente galleguista que los antes mencionados, no duda de esta unión en un artículo publicado en la revista valleinclanesca
El Pasajero: "La Galicia valleinclanesca es una Galicia entre real y soñada. Una Galicia honda, polícroma, supersticiosa, vivacísima, que late siempre en lo más vivo de su alma. Incontables son las revelaciones que de su tierra nos ofrece Valle". En Galicia nació, concretamente en Vilanova de Arousa, aunque él diría que nació en mitad de la ría para evitar una vieja disputa sobre su procedencia.
En Galicia quiso morir, tras un ingreso en la clínica compostelana de su amigo el doctor Villar, y reencontrarse con su tierra. Y en Galicia encontró varias veces el refugio. En el Santiago del Café Derby y de su intento fallido en Derecho. En la Pontevedra de sus estudios, de sus primeras creaciones y de sus retornos emigrantes desde América y Madrid. En la Arousa de los paisajes, los pazos y de sus pasados aristócráticos también decadentes, que él no supo o no quiso reflotar.
Este miércoles (05/01/2011) se le ha honrado en el cementerio civil de Boisaca, en Santiago, a donde fue llevado en una víspera de Reyes de 1936 tras negarse a recibir auxilio religioso. No hubo ni esquelas ni oficios, "no quiero a mi lado cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo".